En 1969, un joven muchacho llegó hasta el Molino de Sajonia con el objetivo de trabajar y crecer en lo profesional; ingresó y tras siete años de trabajo, demostrando su responsabilidad y honestidad, fue enviado al cargo del Molino de San José en Encarnación, donde encontró un hogar y una familia. Pasaron 52 años de aquel día, y actualmente, Don Virgilio Florentin cierra un ciclo más de su vida para jubilarse y disfrutar de su hermosa familia.

Esta es la historia de Don Virgilio -como lo conocen en el Molino- que nos comenta más sobre su trayectoria en la empresa:

Cuando tenía 21 años yo vivía en Santa Rosa del Aguaray - Misiones y nos visitó el marido de mi prima y me dijo ¿No quieres trabajo en Molino de Sajonia? No hay problema le dije. Empecé en el depósito a cargar camiones; después pasé al sector de embolsando de harina y afrecho, además aprendí a ser ayudante cilindrero en la sesión maquinaria.

En el año 1976 me enviaron al Molino San José de Encarnación, ahí mi cargo era molinero, estaba a mi cargo el Molino, la calidad y cantidad. En Sajonia aprendí algunas cosas, pero en San José aprendí muchas cosas más, ya que la maquina te enseña; pero siempre uno debe estar preparado porque en cualquier momento se presentan cosas diferentes. Después de diez años, se cerró el Molino por una cuestión con Yacyreta, por lo que volví a Sajonia.

Volví a Sajonia como jefe de turno, estuve muchos años en ese cargo y luego el Grupo Riquelme quería comprar un Molino en la ciudad de Hoenau, entonces la señora Martha Riquelme me trajo de vuelta a Itapúa para saber si iba a funcionar o no porque se estaba yendo a la quiebra este Molino por el anterior dueño. Justamente estaba trabajando cuando vinimos nosotros y pedí permiso al dueño para ver un poco como están los cilindros, si está en forma de producir o no, pedí todos los diagramas y documentos para mirar.

Entonces le dije a la señora Martha, creo que va a andar, puede comprar. Y compro el actual Molino de Hoenau del Grupo. Y gracias a dios hasta hoy funciona. Y después de eso, vino Don Blas N. Riquelme y me dijo en guaraní “depende de vos mi hijo para que vaya creciendo el Molino”. Hasta ahora gracias a Dios está marchando el Molino super bien.

Ya pasaron 52 años de ese inicio, y hoy solo me resta agradecer a la empresa por darme la oportunidad de aprender y formarme, mediante eso, tengo un hogar y una maravillosa familia. Me va a costar dejar el Molino, pero ya es tiempo de descansar. Seguro voy a venir cada tanto. Nunca me voy a olvidar de mis compañeros y jefa.

Y finalmente, decirles a mis compañeros y compañeras que, sin ellos, nada podría haber sido posible. Tuve muchos compañeros, unos que salieron y otros que llegaron, como así, compañeros que ya no están. Solo les destaco que sigan siempre adelante, para el crecimiento de ellos y de la empresa.

¡Muchas gracias, Grupo Riquelme!